Del médico Salvador Rodríguez Rus, del Centro Provincial de Drogodependencias de Jaén, corre a cargo esta mañana la ponencia Calidad y heroína: dos palabras unidas por un proyecto, dentro del IV Symposium Nacional sobre Adicciones que se celebra en Villa Suso. El motivo no es otro que haber sido el director del ensayo clínico con heroína (PEPSA), desarrollado entre 2003 y 2004 en Granada.

¿Cómo surgió la idea de poner en marcha el programa PEPSA?

La idea surge porque hay gente que no funciona bien con metadona, por lo que en ellos se considera un fracaso el tratamiento. Siguen consumiendo heroína y cometen actos delictivos. Vimos que ya se habían hecho ensayos en Canadá, Holanda y Suiza. Entonces, se planteó el problema a la Junta de Andalucía y acordamos que el programa debía basarse en heroína intravenosa, más la metadona.

¿Qué pretendía demostrar el ensayo clínico?

El objetivo era valorar la eficacia del uso de la heroína en humanos por vía intravenosa para ver si es segura y eficaz y comparar los resultados obtenidos con los de la metadona. Se hizo en Granada con dos grupos. Uno, con 31 pacientes a los que se les suministraba la heroína y otro, con 31 personas a las que se les daba la metadona.

¿Cuáles fueron las condiciones exigidas para entrar en el programa de heroína?

Al principio eran 178 pacientes, pero al final la muestra se quedó en esos 62 porque tenían que cumplir ciertos requisitos. Tenían que haber fracasado en el tratamiento con metadona, que la heroína que se suministrara fuera intravenosa, que su consumo les hubiese provocado problemas psiquiátricos y sociales o que tuviesen, por ello, problemas de tipo legal.

¿Y a qué conclusiones llegaron?

Aunque los dos grupos mejoran, el que más lo hizo fue el de heroína. El ensayo duró dos años, de 2003 a 2004. El 33% de la gente que participó permanece en el programa.

En concreto, ¿qué clase de rehabilitación experimentó el adicto al que se le daba heroína?

Se notó especialmente cómo experimentaba una mejoría notable en el estado de salud a los que se les daba esta droga. Por ejemplo, se les ha arreglado la dentadura. Hay que tener en cuenta que la metadona era una sustancia que estaban recibiendo hace bastantes años. Pero también se daban menos delincuencia y consumo de heroína ilegal en la calle. Eran pruebas muy evidentes. Algunos han podido reincorporarse al trabajo y han obtenido pensiones no contributivas.

¿Cuántas dosis se daban en el ensayo?

Dos de heroína, una por la mañana y otra a la hora de comer. Había otra dosis adicional de metadona. Por eso se llama tratamiento diversificado.

¿Qué es mejor, el mantenimiento o la reducción poco a poco de la dosis de heroína de manera supervisada?

Viendo la diferencia entre pacientes, hay algunos que necesitarán un mantenimiento durante mucho tiempo y otros que no. Lo importante es estar a favor de una posibilidad terapéutica dirigida para los que fracasen con metadona. Es mirar la eficacia del programa porque las drogas ya no funcionan de forma dual, sino a largo plazo.

¿En Euskadi se va aplicar este proyecto?

De momento, creo que no se ha hecho.

Por las mejorías obtenidas, ¿recomienda que se empiece a usar esta forma de desintoxicación?

Me parece que es una opción de tratamiento para gente que ha fracasado con la metadona. Como técnico, prefiero no recomendar nada. Pero a nivel personal pienso que si alguien se podría beneficiar del tratamiento, no estaría de más. Hay que tener en cuenta que son programas caros que necesitan de una estructura poderosa, pero si hay muchos heroinómanos que necesitan mejorar, se podría hacer. Eso es lo que diría si me quito la bata, pero tampoco quiero aconsejar algo porque Euskadi sabe mucho de drogas.