Víctor Guerrero Cabanillas fue uno de los precursores de la Asociación de Orientación y Ayuda al Drogodependiente de Villanueva (Apoyat), a principios de los años ochenta, consolidando a partir de ahí el movimiento asociativo a favor y en apoyo de los drogodependientes y sus familias, tanto en Extremadura como a nivel nacional, ya que fue uno de los creadores de la UNAD (Unión Nacional de Asociaciones de Ayuda a los Drogodependientes), que llegó a aglutinar a unos 200 colectivos en toda España. Este médico, que estuvo trabajando en pro de los enfermos toxicómanos hasta finales de los años noventa, fue un referente en el tema de las drogodependencias a nivel nacional, e incluso llegó a hacer diversos trabajos para comisiones legislativas de Las Cortes. Por todo ello, este centro de día tomó su nombre el pasado mes de junio.

¿Qué supone para usted tener un centro de estas características con su nombre y de haber recibido un reconocimiento en vida?

– Supone una gran satisfacción con una cierta incertidumbre, pues uno duda de si realmente lo que hizo fuera tan importante.

¿Ha cambiado mucho el panorama de la droga desde entonces hasta ahora?

– Mucho. Entonces, no sólo los consumidores sino quienes les ayudaban, estaban marginados. Antes, el toxicómano era considerado un delincuente. Tuvimos muchas dificultades, por ejemplo, para encontrar una casa en alquiler para Apoyat. En Mérida, el Hotel Las Lomas, para un congreso hispano-luso, nos relegó como apestados a una sala distante en el sótano y retiró de las habitaciones todas las bebidas alcohólicas. Era increíble. Entonces no hubiera sido posible crear un centro de las características del que lleva mi nombre en Villanueva. También el consumo intravenoso de heroína acarreaba connotaciones especiales de gravedad, de asociación de hepatitis y sida que hoy no se dan de forma tan dramática.

¿Ha cambiado ya la percepción social del toxicómano?

– Si. Incluso, en algunos consumidores, sobre todo los cocainómanos, hay un cierto halo perverso de glamour, que hace mucho daño, como reforzador del consumo.

La edad, cada vez más precoz en el inicio del consumo, ¿es el gran problema?

– Sí. Cuanto más precoz es el consumo, más daños físicos y psíquicos y mentales produce. ¿Cómo se puede sostener que hasta en esas edades la persona es libre para consumir o no? Me parece una aberración. El consumo precoz de alcohol, además, un gran desinhibidor, es la puerta de entrada a las otras drogas. Me parece preocupante y creo que ahí es donde hay que insistir. La familia tiene en ese campo una gran responsabilidad.

Los hábitos de consumo imagino que también han cambiado ¿no?

– Otras drogas, otros tiempos, otros hábitos, otros contextos sociales, pero el problema sigue siendo el mismo. Una persona es capaz de autoagredirse hasta producirse la muerte. Ese es el gran misterio, antes y ahora.