En los años setenta, cuando las autoridades sanitarias se toparon con el problema de la drogadicción, ser un heroinómano era sinónimo de marginación.

Ahora, esnifar cocaína, hincharse a cubatas o fumar cannabis se vincula al ocio. Esta escasa percepción del riesgo de consumir drogas legales (alcohol, tabaco) o ilegales (éxtasis, cocaína, anfetaminas) está provocando que cada vez se prueben a edad más temprana y que aumenten los adictos.

Esta conclusión fue refrendada por todos los ponentes que participaron ayer en una mesa redonda sobre prevención dentro de las jornadas sobre el papel de los medios de comunicación y la sanidad en el consumo de drogas, que organiza el Colegio de Enfermería.

La exposición más demoledora corrió a cargo de Antonio Domínguez, director del Programa de Drogodependencias del Ayuntamiento de Murcia. De acuerdo al estudio sobre conductas relacionadas con la salud en la población escolarizada de la Región, el 40% de los estudiantes de 12 a 15 años se ha emborrachado alguna vez. Pero a juicio de Domínguez, lo más alarmante es que «sólo el 7,4% de estos escolares considera que bebe mucho y que está mal».

Sonia Moncada, jefa del Servicio de Prevención del Plan Nacional sobre Drogas, apuntó que después del tabaco y el alcohol, la drogas más consumida por los jóvenes es el cannabis, que gana puestos a pasos agigantados. En la encuesta nacional, que sondea a chicos de 14 a 18 años, el 32% reconoce que fuma hachís además de beber alcohol habitualmente.

Javier Iniesta, director de Enfermería del Hospital Morales Meseguer de Murcia, reivindicó la labor del enfermero como educador en salud para divulgar el riesgo real del abuso de estas sustancias tóxicas y adictivas.