A pesar de que la percepción social del cannabis como una droga menor, las familias comienzan a sensibilizarse sobre los problemas que puede haber detrás de un hábito como éste. Así consta en la memoria de 2007 de la Fundación Aldaba-Proyecto Hombre de Valladolid, presentada ayer en un acto en el que estuvieron el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva; el subdelegado del Gobierno, Cecilio Vadillo y la secretaria general y comisionada para la Droga de la Consejería de la Consejería de Familia, María del Carmen Ruiz. Desde la implantación del programa para atender a jóvenes consumidores de est estupefaciente, los adolescentes atendidos se ha disparado, ya que sólo entre enero y mayo de este año se han atendido ya a más jóvenes que en los doce meses anteriores, tal como señaló a este periódico la directora de Prevención de esta entidad, Ana Macías, quien recalcó que no son tanto adictos como grandes consumidores.

Ana Macías subrayó que la iniciativa de la Fundación Aldaba-Proyecto Hombre pretende ofrecer alternativas a jóvenes con problemas de convivencias, que entre otras manifestaciones es el consumo de cannabis. «Los porros no son una causa sino una consecuencia», Y es que según la experiencia de esta entidad con largos años de trabajo en la prevención y lucha contra las drogodependencias, el consumo de drogas generalmente son síntomas de otras carencias. Y precisamente, la mayoría de los adolescentes que hasta ahora han acudido a este programa lo han hecho gracias a que sus padres o bien tienen pruebas de sus hábitos de consumos o tienen indicios de ello. Prácticamente todas las familias que han solicitado este servicio no tienen problemas de desestructuración en su seno.

Por todo ello, se trabaja individualmente con los jóvenes y también con las familias, «con la madre y el padre, pues sino lo que uno hace el otro lo puede deshacer», advirtió Ana Macías, quien sitúa a estos adolescentes en grupos de consumidores de más edad que les influyen negativamente en su hábitos de consumo para el ocio, «pues ya tenemos un modelo de fin de semana en los que para divertirse es imprescindible antes drogarse, y hablo también de alcohol». En este sentido, el proyecto incentiva a los jóvenes a que busquen otro tipo de relaciones y que inicien en actividades que fomenten su integración social a través de cursos de formación ocupacional. En cuanto a los padres se les enseñan herramientas para que apliquen normas, disciplina desde el diálogo y otro tipos de conocimientos.