Conocer a una persona nueva es un proceso que, al principio, puede generar ciertas inseguridades y nervios. Aunque haya atracción mutua, es posible que sea difícil dar esos primeros pasos, tomar la iniciativa dejando a un lado el miedo al rechazo. Por eso, en las primeras tres o cuatro citas, es frecuente recurrir al alcohol para aplacar esas inseguridades y ansiedades. Por algo se dice que el alcohol actúa como un lubricante social que nos da «coraje líquido»: es cierto que una copa o dos pueden ponernos de buen humor y predisponernos a la interacción. Por esta razón, existe una creencia popular de que el alcohol estimula el placer en las relaciones sexuales. Pero ¿qué hay de cierto en esto? ¿Tiene el alcohol un efecto «afrodisíaco»?

Primero, hay que entender que la respuesta sexual, en todas las personas, funciona en dos niveles: mental y fisiológico. Se dice que los orgasmos empiezan en el cerebro y esto es porque el deseo y la excitación sexual requieren de esa actividad de la mente. En este sentido, encontrarnos un poco más «sueltos» por la acción del alcohol, en determinados contextos, podría llegar a ayudar. «El alcohol no es un estimulante, es un desinhibidor. Si hay personas que tienen algún tipo de complejo o de timidez, les desinhibe, entonces, les puede dar ganas de sexo», explica el sexólogo Felipe Hurtado Murillo.

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