«Algo no funciona». Así de tajante se mostraba la ministra de Sanidad, Elena Salgado, tras anunciar el pasado mes de septiembre la evolución del consumo de droga en España. Unas cifras que han obligado al Gobierno a repasar la estrategia del Plan Nacional contra las Drogas. Entre los muchos frentes abiertos, uno de los más problemáticos es el tratamiento de desintoxicación: la cura tradicional termina en ocasiones en la recaída del paciente por el trago del «mono».
Pero un método esperanzador que utiliza fármacos antagonistas de opiáceos puede acabar, en escasas horas, con el síndrome de abstinencia. El tratamiento que viene aplicando desde mediados de los años 90 el psicólogo Juan José Legarda actúa en un proceso avanzado de adicción, cuando el paciente asume la crudeza de su enfermedad. Se trata de un método de desintoxicación ultrarrápido de opiáceos bajo sedación denominado UROD.
Para que el paciente no sufra las consecuencias del «mono», el método acude «a la raíz» del problema: recuperar las áreas dañadas de la «caja de música» del cuerpo humano, el cerebro, según la patología que presente cada paciente. Esta regeneración neuronal requiere dosis intensivas de antagonistas opiáceos como naltrexona o naloxona (para heroína y metadona), sedantes derivados de la vitamina B o antiepilépticos.
Acción más débil
La naltrexona bloquea los receptores de los opiáceos en el sistema nervioso, de tal forma que inhibe la acción de la heroína y sus efectos. Esta sustancia hace que el adicto pierda el deseo de consumirla, ya que el cuerpo no se lo pide.
Desde el Plan Nacional contra las Drogas, sin embargo, advierten de que no siempre se puede dar naltrexona de una forma tan rápida. El problema surge cuando los adictos consumen algún estupefaciente durante el tratamiento, hecho que puede provocar sobredosis, problemas gastrointestinales o eliminar los efectos de los analgésicos.
Pero el tratamiento de Juan José Legarda no sólo elimina el deseo de consumir droga, sino que lo hace con una rapidez sin precedentes. Unas pocas horas son suficientes para que el toxicómano supere la dependencia física, sin enterarse siquiera, ya que está sedado. «La cuestión es que el afectado pase dormido el «mono» sin ansiedad, irritabilidad, depresiones o abatimientos, que son los causantes del estrés postraumático», señala Legarda.
Resultados fiables
La agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (AETS), organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, confirmó el pasado julio el cien por cien de efectividad del tratamiento. Una fiabilidad que no responde a todo el proceso, ya que disminuye hasta el 60% en el tratamiento de curación.
En esta línea, el psicólogo asegura que no sólo el UROD es beneficioso en términos cuantitativos (muchas empresas pagan por verificar sus estudios en AETS). «No tenemos listas de espera, mejoramos los recursos hospitalarios y, sobre todo, el precio del tratamiento es menor». Según asegura Juan José Legarda, un año de tratamiento con el método de regeneración neuronal equivale a 6.500 euros, una décima parte de lo que le cuesta al Estado.
Con todo, si los datos son fiables, ¿por qué las comunidades no aprueban este método? Las respuestas serían múltiples y variadas, desde problemas burocráticos hasta la «leprosería social» que supone hablar de adicciones. Pero, para la FAD, «limpiar al paciente no basta porque el tratamiento debe ir precedido de un curación psicosocial que no sabemos si este tratamiento garantiza».