La metadona es el agente recomendado para el manejo de la adicción a heroína. Sin embargo, en la mayoría de los países su uso está todavía demasiado restringido por diferentes motivos. La buprenorfina, junto con una terapia psicosocial, podría ser una buena alternativa, según un trabajo publicado en «The Lancet».

La verdadera dimensión del problema del consumo de heroína queda bien reflejada con el simple dato de que va asociado a una mortalidad entre 20 y 50 veces superior a la de la población normal. Las posibilidades de manejo de este problema están limitadas por el momento a la vista del altísimo índice de fracaso de las intervenciones psicosociales no combinadas con cierto apoyo farmacológico.

El tratamiento de mantenimiento con metadona está plenamente reconocido como eficaz tras los resultados de múltiples trabajos. Sin embargo, existe cierta preocupación por su potencial adictivo y efecto tóxico a dosis altas, algo que por ahora restringe su indicación en la mayoría de los países.

Investigadores suecos han realizado un ensayo aleatorio y doble ciego para valorar la eficacia de buprenorfina como alternativa a la metadona. Las ventajas de este compuesto incluyen su capacidad para suprimir las ansias de consumo de heroína, y su bajo potenical para inducir una escalada de dosis o toxicidad.

Un ensayo modélico

Para ello los investigadores seleccionaron 20 sujetos no susceptibles a recibir tratamiento con metadona (restringido en Suecia) con el fin de evitar problemas éticos. Los pacientes fueron distribuidos aleatoriamente a recibir una dosis diaria fija de 16 mg de buprenorfina sublingual o un régimen de buprenorfina que se reducía a lo largo de los 6 primeros días para ser luego sustituida por placebo (una sustancia inactiva).

Hasta el momento no existía nigún estudio controlado con placebo y doble ciego con este fármaco y tan sólo se realizaron tres con metadona. Los resultados fueron muy diferentes entre ambos grupos de sujetos a pesar de que todos fueron sometidos a un intensísimo programa de seguimiento consistente en sesiones de psicoterapia, asesoramiento semanal y muestreo de orina para descartar el consumo de drogas.

Tras un año de seguimiento, el 75% de los pacientes que recibían buprenorfina se mantenían en el programa y libres de consumo frente a un 0% en el grupo de placebo. Las muestras de orina se mantenían libres de drogas ilegales en los pacientes sometidos a tratamiento. El estudio arroja otros resultados llamativos como una tasa de mortalidad del 20% en el grupo de placebo durante el año de seguimiento y el 100% de abandonos con placebo, a pesar de la intervención psicosocial, durante el año de seguimiento, unos datos que no hacen sino subrayar la gravedad de la dependencia a la heroína.

Menos conductas delicticas

La sintomatología psiquiátrica de los pacientes comenzó a disminuir sólo a partir de los 6 meses, algo que ya se conocía de otros estudios, mientras que se produjo también una reducción en el consumo de otras drogas y actividades criminales con una mejora de la ocupación de los pacientes en otras actividades. Este patrón indica que la buprenorfina unida al apoyo psicosocial intenso consigue importantes modificaciones favorables en el estilo de vida y por tanto en la posibilidades de reinserción de los pacientes.

En el editorial que acompaña al trabajo reconoce la importancia de este ensayo por la dificultad que comporta, dada la eficacia demostrada de los tratamientos sustitutivos con opioides, incorporar un diseño que incluya el placebo como control. El tratamiento con buprenorfina está extendiéndose cada vez más en algunos países como Gran Bretaña, fundamentalmente por su buen perfil de seguridad y la baja intensidad del síndrome de abstinencia que se produce durante la fase de desintoxicación.

«Sin embargo, a pesar de los buenos resultados obtenidos en el trabajo sueco, parece poco probable que la buprenorfina sea capaz de conseguir resultados tan espectaculares en la clínica diaria fuera de un estudio controlado», concluye el editorial.