En los años 80 se la denominaba caballo. Cuando arrasó con una parte de la generación de jóvenes que pretendían experimentar con cualquier cosa que se les pusiese por delante al socaire de la llegada de la democracia, los que ahora están comenzando a consumirla ni siquiera habían nacido. La heroína, un opiáceo creado en 1883 por el químico Heinrich Dreser, ha vuelto. Esa es la percepción de la Fundación Arzobispo Miguel Roca-Proyecto Hombre Valencia, que alertó ayer del «preocupante» aumento del número de jóvenes (algunos con 15 años) con adicción a la heroína .

«Desde hace ocho años se mantenía una tendencia a la baja que ahora se ha roto», según fuentes del Arzobispado. El director técnico de Prevención de la entidad, Angel Turbi, señaló que en localidades como Gandia, Foios, Rafelbunyol, Sagunt o Sueca la venta de heroína en menores «se está extendiendo con especial rapidez».

Entre las posibles causas del aumento figura «la llegada desde Europa del Este de jóvenes consumidores de esta droga ya en sus países de origen» y, por tanto, «la siguen demandado en nuestro país, por lo que el tráfico de esta sustancia aumenta y llega a personas que nunca la habían consumido antes». No obstante, matizó que «es una hipótesis que seguimos analizando» y que, «de momento se trata de casos aislados».

Este curso, cinco jóvenes, de entre 15 y 18 años, pertenecientes a familias de clase media, con adicción a la heroína han iniciado un programa de Proyecto Hombre, una cifra que «no se daba en personas de esas edades desde hace unos ocho años».

Se trata de una situación «preocupante», según Turbi, ya que la heroína «conlleva marginalidad y delincuencia», aseguró Turbi.

Otro «problema» derivado de la heroína es el de «las enfermedades que se pueden transmitir», ya que «se toma de forma inhalada y al compartir el tubo, hay riesgo de contagio de tuberculosis».