Con la asistencia de más de ciento cincuenta alumnos y profesores del instituto Valverde de Lucerna de Puebla, ayer se desarrolló la segunda jornada de Prevención contra la Drogodependencia que en esta ocasión abordó las consecuencias del consumo de alcohol en la juventud, presentado por el presidente de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Zamora (Arza), Miguel Rojo. Los datos son «preocupantes» para la asociación. El pasado año se registraron en Zamora más de setecientos casos de atención sanitaria relacionados directamente con el alcohol. Se produjeron 150 ingresos por alcoholismo, 130 casos de síndrome de abstinencia, 120 intoxicaciones etílicas graves y 300 casos graves con diagnóstico secundario de alcoholismo.
En el 50% de los accidentes de circulación provocados por jóvenes aparece el alcohol. El 10% de la población española tiene problemas con el consumo de bebidas, hay 20.000 muertos directos por alcoholismo y 2.000 muertos en accidentes de tráfico por conducir ebrios, según los datos aportados en la jornada de ayer y que dejaron de ser impersonales cifras para convertirse en rostros con historia propia, con el testimonio personal y humano de los miembros de Arza: Patrocinio Casado, Felipe Castaño y Raúl Colino. Personas que hacen frente «no a una adicción, sino a una enfermedad».
Patrocinio Casado lanzó el mensaje directo de «sois jóvenes y empezáis con una copa, con el botellón, y con el solo bebo el fin de semana», una situación que desemboca «en ciclos que se van acortando y de beber los fines de semana terminas bebiendo todos los días». Ese primer paso le costó a Patrocinio tener que recurrir a la asociación y conseguir diez años de abstinencia.
Felipe Castaño mantiene ahora una abstinencia de dos años, pero durante 40 fue dependiente del alcohol, «un potro negro del que es muy difícil salir». Una dependencia que le ocasionó muchos problemas familiares.
Raúl Colino lleva poco tiempo, seis meses, haciendo frente a la enfermedad que desembocó en una ruptura matrimonial y en un infarto que le influyó para pedir ayuda a la asociación. Colino, que vive en Mombuey, aconsejaba a los chavales no beber. Para el presidente de la asociación, los últimos 14 años de su vida en abstinencia son una lucha para no recaer; «día a día tengo que ganar la batalla». Miguel Rojo abogó por la educación, el diálogo y por establecer unas normas y una responsabilidad en el seno familiar para prevenir el alcoholismo, en una cultura donde el alcohol se presenta como sinónimo de celebración. En su caso comenzó a beber a los 10 años en el bar donde era camarero y animado por los propios clientes. Los efectos en la salud son demoledores: desde enfermedades cardiovasculares, trastornos psicológicos, depresiones, cánceres de laringe o de estómago. En la mujer el daño es mayor. La igualdad se traduce en una equiparación al hombre: «Ahora bebe tanto la mujer como el hombre». Entre las cuestiones que plantearon los alumnos destaca la preocupación de si el alcoholismo es hereditario, o si se puede detectar el límite antes de llegar al coma etílico.
Algunas preguntas de los alumnos son una invitación a reflexionar: como cuánto puede aguantar alguien bebiendo, cómo se detecta si uno es alcohólico, o si el alcohol engorda, y qué ocurre al mezclar con medicamentos.