Según el VIII Estudio Nacional de Drogas en la Población Escolar de Magallanes (2009) el 32,2% de los estudiantes encuestados dijo haber consumido alcohol al menos una vez al mes. A esta cifra le sigue la marihuana con un 14,5% e inahalables con un 6,2%, esta última llega a doblar el porcentaje a nivel nacional.
Con esta información se podría pensar que muchos jóvenes se encuentran en tratamiento. Sin embargo, resulta complejo que los estudiantes consulten y que luego se mantengan dentro de un programa.
Actualmente el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace) financia 54 cupos mensuales para tratamiento, 24 destinados a adultos y 30 para menores de 18 años (estos cupos están completos).
Conace cuenta con una oferta para tratamiento en atención secundaria, es decir, casos que ya han sido previamente evaluados y diagnosticados como personas que presentan un compromiso biosicosocial entre moderado a severo.
Las personas mayores de 18 años con consumo problemático de alcohol y otras drogas pueden acceder al Programa Ambulatorio Intensivo (Pai) que tiene, según el sistema de registro, a 24 personas en tratamiento.
En el caso de los jóvenes menores de 18 años, adolescentes infractores de ley que voluntariamente deseen acceder al programa de tratamiento, como también aquellos que tengan una medida o sanción accesoria para realizar un tratamiento y rehabilitación, éstos pueden acceder al programa de Tratamiento Cauda para jóvenes infractores de Ley con consumo problemático de alcohol, drogas y otros trastornos de salud mental.
Este programa atiende actualmente dos casos en tratamiento bajo condición privativa de libertad. Hay otros 19 en la modalidad ambulatoria medio libre y dos bajo la modalidad de residencial. Así lo explicó la coordinadora regional del Conace, Yennifer Rojas García.
Por su parte la provincia de Ultima Esperanza, a través del Centro Quillagua, presenta un trabajo con siete jóvenes en tratamiento bajo la modalidad de ambulatorio intensivo.
Dentro del colegio
Cuando se detecta un posible caso de consumo de drogas dentro de un establecimiento educacional el primer paso es hablar con el orientador, luego con los padres y después se recomienda dirigirse al consultorio más cercano al domicilio del alumno.
Dependiendo del diagnóstico que realice el psicólogo encargado puede derivarlo a alguno de los programas del Conace.
Otra vía, cuando se detecta dentro del aula, es que el estudiante concurra al Servicio de Atención al Menor de la Corporación Municipal.
“Cada liceo genera sus redes. Hay un procedimiento establecido en todos los colegios que tiene que ver con un trabajo junto a Previene y Conoce. También está el Programa de Intervención Especializada llamado Identidad Sur que ejecuta la Corporación junto a Sename”, comentó la jefa del área de Atención al Menor de la Corporación Municipal, Silvana Vera.