Conoce el mundo de las toxicomanías desde hace 18 años, ha constatado los cambios de hábito, modificado las terapias para adaptarse a las nuevas tendencias y, sobre todo, logrado abrir un camino a la reinserción sociolaboral de cientos de drogadictos. Antonio Marcos, médico y director del Centro de Atención a Drogodependientes, comparte el día a día en el centro con quinientos usuarios.

-En estos años, ¿Ha cambiado el perfil del toxicómano?

-Ese paciente tan fuera de la sociedad, sin motivaciones para cambiar de vida ya es difícil encontrarlo. Este cambio de conducta va asociado al de la sustancia. El consumo de heroína provocaba en si mismo ese pasotismo, una placidez en el propio consumo que no facilitaba modificaciones. La cocaína en cambio provoca una actitud que facilita el relacionarse con el entorno, no son apáticos y esto facilita la terapia y, aunque ahora ha repuntado un poco el uso de heroína, la cocaína es lo más habitual.

-¿Es esta una provincia con grandes problemas en este sentido?

-Ha mejorado considerablemente desde que se llevó a cabo el realojo del Poblado de la Esperanza. Esto hizo que, en Valladolid, ya no fuera fácil acceder a la droga y los que no eran de la provincia se han ido, sobre todo a Salamanca. También las sobredosis han descendido es difícil que las haya.

-La relación drogas y sida ha bajado.

-Al descender el uso de heroína y el consumo intravenoso de cocaína es bajo, los enfermos de sida que vemos en el centro son ya mayores, los de antes, porque casos nuevos es raro. Conocen además mejor el riesgo, se trabaja con ellos en talleres de reducción de daños y pocos usan jeringuillas y, además, es raro que las compartan.

-¿Un drogadicto con mono puede controlar el no compartir?

-En esto hay un cambio muy importante y es que el consumo compulsivo de droga ha disminuido. Al tener acceso rápido, ya no tienen que esperar un mes, a la metadona ya no hay esa ansiedad ni aunque recaigan y se pinchen. Hay pocos drogadictos en la calle, sin tratamiento y el consumo descontrolado es más raro.

-¿Es más difícil el paciente drogadicto y con sida?

-No hay ninguna diferencia en su respuesta a la terapia. El único problema es que cuando se les diagnostica el sida, porque aquí seguimos haciendo una búsqueda activa, también de hepatitis y tuberculosis con pruebas cuando llegan o cuando han tenido una conducta de riesgo, se hunden, pueden incluso abandonar la terapia. Primero lo niegan, lo rechazan, y después lo asumen, puede durarles un año, pero siempre salen adelante. Hay que tener en cuenta que es una detección precoz, cuando no sienten los síntomas de la infección y les produce incredulidad. Después, les sirve incluso para enfrentarse mejor a una adicción que perjudica su infección.